INTELIGENCIA artificial en el tercer mundo...
El médico frente a la revolución de la IA: del escepticismo a la acción
El artículo busca convencer a los escépticos de la inteligencia artificial en salud, no con promesas vacías ni tecnicismos, sino con una narrativa que conecte la realidad actual, la inminencia del cambio y la responsabilidad profesional ante la innovación.
INTELIGENCIA ARTIFICIAL IA EN TERCER MUNDO
Dr Enrique Angarita
10/27/20255 min leer


Introducción: un nuevo pulso en la medicina
Durante siglos, la medicina ha sido una ciencia guiada por la observación, la experiencia y la intuición. Cada avance —desde el estetoscopio de Laennec hasta la tomografía axial— fue recibido primero con asombro, luego con duda, y finalmente con aceptación. Hoy nos encontramos ante un nuevo umbral: la inteligencia artificial (IA). Pero, a diferencia de las innovaciones anteriores, esta no solo cambia nuestras herramientas: transforma nuestra manera de pensar, decidir y actuar.
Muchos colegas observan la llegada de la IA con una mezcla de curiosidad y resistencia. ¿Será una moda tecnológica más? ¿Una amenaza para el juicio clínico? ¿O una oportunidad sin precedentes para recuperar el tiempo perdido en tareas repetitivas y concentrarnos en lo esencial: el paciente?
Negarlo sería inútil. La IA ya está aquí, y no espera nuestro permiso para avanzar. Por eso, más que temerla, debemos aprender a dirigirla.
La brecha del escepticismo: entre el bisturí y el algoritmo
El escepticismo médico no es un defecto; es una virtud malentendida.
Los médicos fuimos formados para dudar, para exigir evidencia, para no dejarnos seducir por promesas sin datos. Pero en el caso de la inteligencia artificial, el escepticismo no debería inmovilizarnos, sino impulsarnos a comprender.
La brecha que separa al clínico tradicional del profesional que adopta la IA no es tecnológica, sino mental y cultural. Mientras algunos la ven como un “intruso” en el acto médico, otros la entienden como una extensión de la mente humana, un asistente silencioso capaz de procesar en segundos lo que a nosotros nos tomaría horas o días.
Esta brecha no se mide en conocimientos informáticos, sino en actitud ante el cambio. Y si algo ha definido la historia de la medicina, es precisamente nuestra capacidad de adaptación.
El paciente digital: la realidad que nos supera
Mientras algunos médicos aún discuten si vale la pena aprender sobre IA, los pacientes ya la están utilizando. Consultan sus síntomas con ChatGPT o Perplexity, interpretan exámenes con Gemini o Copilot, piden segundas opiniones en foros automatizados y siguen recomendaciones generadas por algoritmos de salud sin supervisión médica.
Esto plantea un dilema ético y práctico:
¿Estamos dispuestos a que nuestros pacientes se informen —o se confundan— sin nuestra guía?
¿O preferimos ser los intérpretes calificados de un nuevo lenguaje digital que inevitablemente influirá en sus decisiones?
Ignorar este fenómeno equivale a renunciar a una parte del acto médico: la orientación. La inteligencia artificial no está reemplazando al médico, pero sí reconfigurando su relación con el conocimiento y con el paciente.
Herramientas que ya están aquí
El futuro de la IA médica no es hipotético; ya está ocurriendo en clínicas, quirófanos y servicios de urgencias:
Glass Health: plataforma que combina aprendizaje automático con guías clínicas para generar planes diagnósticos y terapéuticos basados en la historia del paciente.
Med-PaLM (Google DeepMind): modelo entrenado con literatura médica y casos reales, capaz de razonar clínicamente con desempeño similar al de un médico general.
ChatGPT y Claude: asistentes que, bajo supervisión médica, pueden elaborar consentimientos informados, notas operatorias o revisar literatura científica en segundos.
Radiología y patología digital: algoritmos de visión por computadora que detectan microcalcificaciones o lesiones sutiles con sensibilidad complementaria a la del especialista.
Sistemas cerrados de anestesia e infusión (Closed-loop): utilizados en Europa y Asia, ajustan dosis de fármacos en tiempo real basados en aprendizaje profundo y respuestas fisiológicas.
Estas herramientas no sustituyen la empatía, la interpretación clínica ni la decisión ética. Pero nos liberan del ruido, del exceso de datos y del tiempo desperdiciado en tareas mecánicas. En otras palabras: nos devuelven humanidad a través de la tecnología.
Las nuevas generaciones ya hablan otro idioma
Los estudiantes de medicina de hoy no temen a la IA; crecen con ella.
Consultan literatura con PubMedGPT, aprenden fisiología con simuladores de IA conversacional y discuten casos clínicos con herramientas predictivas. Para ellos, un modelo de aprendizaje automático es tan natural como lo fue para nosotros el electrocardiograma.
El riesgo es que la brecha entre los médicos que comprenden la IA y los que la ignoran se amplíe hasta volverse irreconciliable.
El conocimiento médico dejaría de ser un patrimonio común para fragmentarse entre los que saben usar las nuevas herramientas y los que se aferran a un modelo analógico de pensamiento.
Nuestro deber no es competir con las nuevas generaciones, sino guiarlas, enseñarles ética y juicio clínico, para que la tecnología no sea un fin en sí mismo, sino un instrumento al servicio del bien.
El rol del médico en la era de la inteligencia aumentada
Decir que la IA reemplazará al médico es un error de comprensión. Lo que realmente ocurrirá es que el médico que no use IA será reemplazado por quien sí lo haga.
No se trata de rendirse a la tecnología, sino de aprovecharla para potenciar nuestra capacidad humana.
El médico de la era digital debe ser:
Curioso: capaz de explorar nuevas herramientas sin miedo.
Crítico: capaz de distinguir entre una predicción algorítmica y un juicio clínico.
Humano: consciente de que la empatía no puede automatizarse.
La inteligencia artificial no tiene compasión, ni intuición, ni sentido de propósito. Pero puede ayudarnos a detectar, predecir y decidir con una precisión que multiplica nuestro impacto clínico.
El reto no es técnico, es moral: cómo usar el poder del algoritmo sin perder el alma del médico.
Estrategias para convencer al escéptico
Mostrar utilidad, no imponer tecnología.
Mostrar cómo la IA reduce errores o mejora tiempos diagnósticos genera más impacto que hablar de redes neuronales o big data.Empezar con pequeños pasos.
Usar ChatGPT para redactar una nota o consultar una guía clínica ya es un comienzo valioso.Integrar la evidencia.
Estudios en Nature Medicine y The Lancet Digital Health demuestran que modelos bien entrenados pueden igualar o superar el desempeño diagnóstico humano en tareas específicas —siempre bajo supervisión profesional—.Enfatizar el control humano.
Los sistemas de IA asisten, no deciden. La autoridad clínica sigue siendo nuestra.Invitar al aprendizaje continuo.
La alfabetización digital es el nuevo estetoscopio. Quien no la tenga, verá reducida su capacidad de servir.
Del miedo al liderazgo: un llamado final
Cada revolución médica ha tenido sus escépticos.
Cuando Semmelweis propuso lavarse las manos, fue ridiculizado.
Cuando Fleming descubrió la penicilina, muchos dudaron de su relevancia.
Y cuando la laparoscopia apareció, algunos cirujanos juraron que jamás sustituiría al bisturí abierto.
La historia siempre termina igual: la evidencia vence a la resistencia.
Hoy, esa evidencia se llama inteligencia artificial. Y no vino a reemplazarnos, sino a ampliarnos.
Ser médico en esta era no significa competir con la máquina, sino entrenarla para que piense a nuestro servicio y no en nuestro lugar.
Por eso, este no es un llamado al entusiasmo tecnológico, sino a la responsabilidad profesional.
Si los pacientes ya usan IA sin guía y las nuevas generaciones la adoptan sin crítica, nuestro deber es liderar el cambio, no observarlo desde la distancia.
El escepticismo puede ser el primer paso, pero la acción informada es el siguiente.
Porque el futuro de la medicina no se espera: se construye, y debe tener rostro humano.
Lecturas sugeridas
Rajpurkar, P., et al. (2022). AI in Health Care: Hope, Hype, and Reality. Nature Medicine, 28(3), 463–470.
Topol, E. (2019). Deep Medicine: How Artificial Intelligence Can Make Healthcare Human Again. Basic Books.
Esteva, A., et al. (2021). A guide to deep learning in healthcare. Nature Medicine, 27(5), 766–778.
Google DeepMind. (2023). Med-PaLM: Large language models for medical reasoning. DeepMind Research Blog.
Glass Health Docs. (2024). Clinical reasoning with generative AI: an emerging paradigm.
Davenport, T. & Kalakota, R. (2019). The potential for AI in healthcare. Future Healthcare Journal, 6(2), 94–98.
Meskó, B., et al. (2023). Artificial Intelligence in Medicine: Beyond the Algorithm. The Lancet Digital Health, 5(1), e12–e20.
Eleveld, D. et al. (2022). Closed-loop systems in anesthesia: a new horizon for patient safety. Anesthesiology, 136(5), 789–804.
Iamedica.org (2025). Guía de Introducción a la Inteligencia Artificial para Médicos: Ética, Uso y Potencial Clínico.